Alberto Gómez Font

A veces hay verbos intransitivos que pasan a ser transitivos, y en otras ocasiones sucede lo contrario: hay verbos que solo eran transitivos y pasan a ser también intransitivos, como en el caso de entrenar. Durante años, los hablantes cuidadosos con la lengua nos hartamos de repetirles a nuestras amistades del mundo periodístico que no debían escribir cosas como estas:
«La selección española entrenará el viernes y el sábado en Roma»
«Los atletas ya comenzaron a entrenar para las pruebas del campeonato»
«La tenista entrenó ayer en París»
Les explicábamos que, en español, ese verbo solo podía funcionar como transitivo, es decir, alguien —el entrenador— es el que entrena a otro (o a otros), o bien como pronominal: un deportista puede entrenarse, pero no puede entrenar a secas. Algunos nos hicieron caso, pero no todos pues en los medios de comunicación había muchos desconocedores de la norma culta que siguieron empleándolo como intransitivo una y otra vez, miles de veces, hasta que, sin pretenderlo —como pasa siempre—, lograron que ese nuevo uso se instalara en la lengua e hiciera que los lexicógrafos se replanteasen su definición en los diccionarios.
En la última edición (2014) del Diccionario de la Asociación de Academias de la Lengua Española aún aparece solamente como transitivo o pronominal, pero (a veces en esa casa no se ponen de acuerdo…) nueve años antes, en el 2005, en el Diccionario
panhispánico de dudas, nos decían lo siguiente: ENTRENAR(SE).- Como transitivo, ‘preparar [a personas o animales] en una práctica,
especialmente deportiva’: «El equipo ha hecho hoy uno de los mejores partidos desde que yo lo entreno» (Vanguardia [Esp.] 19.5.94); y, como intransitivo, ‘ejercitarse para practicar una actividad, especialmente un deporte’. Con este sentido se recomienda su uso en forma pronominal: «La selección nacional se entrena en La Paz […] bajo las órdenes del técnico español Antonio López» (Tiempos [Bol.] 23.1.97); no obstante, se admite también la construcción intransitiva no pronominal, que se va imponiendo en el uso actual: «Actualmente entreno entre cuatro y seis horas diarias» (Cambio 16 [Esp.] 4.6.90).
Así que ahora, entre entrenamiento y entrenamiento, al salir del gimnasio, nos toca meditar para tomar una seria decisión en nuestras vidas: o seguimos entrenándonos (según el Diccionario oficial) o bien optamos por entrenar (según el Panhispánico). Pero no termina ahí la cosa, pues con ese verbo nos llegó un extraño sustantivo —entreno—, al que yo castigué a quedarse fuera de mi vocabulario desde el primer día que lo vi escrito. No contento con dejarla fuera de mi léxico, milité contra ella durante años, en contra del criterio de mis amigos catalanes, que preferían el entreno al entrenamiento. Durante años, en los principales manuales de estilo se avisaba de que en lugar de entreno (o entrene) lo adecuado era usar la voz entrenamiento; pero esa advertencia fue desapareciendo hasta que allá por el 2001 el entreno (después de mucho entrenamiento) hizo su entrada triunfal (aunque no tan triunfal, como veremos) en el Diccionario
académico, y en la actual edición (2014) permanece igual:
ENTRENO.- masculino. Entrenamiento Nos queda, eso sí, el consuelo de saber que cuando buscamos una palabra en el Diccionario y la encontramos, pero no nos dan una definición, sino que nos remiten a otra palabra para ver qué significa, nos están dando una información añadida: que se considera preferible la palabra en la que sí está la definición, y en este caso es entrenamiento. No fue, pues, una entrada tan «triunfal».

¿Y qué quieren que les diga? Pues que a mí sigue sin gustarme nada eso del entreno y por lo tanto ese palabro seguirá fuera de mi vocabulario: castigado para siempre jamás.

Alberto Gómez Font
Patrono de la Fundación Duques de Soria de Ciencia y Cultura Hispánica
De la Academia Norteamericana de la Lengua Española

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