Excelentísimas e ilustrísimas autoridades, señoras y señores: Empiezo presentándoles las excusas de mi esposa, la Infanta Margarita, que por una desafortunada indisposición ha visto frustrado su deseo de estar aquí con todos ustedes. Y paso a leer en su lugar las palabras que ella hubiera querido dirigirles.

Un año más celebramos con ustedes un nuevo año de nuestra Fundación, que ya ha cumplido veintidós. Y podemos decirlo con satisfacción, porque nuestra Fundación ha cumplido algo mucho más importante que esos veintidós años. Ha cumplido, y ha cumplido bien, los objetivos para los que la creamos el uno de marzo de 1989.

Gracias a la valiosísima ayuda de un Patronato de personas extraordinarias; gracias a un equipo de gestión reducido, versátil, eficaz, y de gran nivel; gracias a las contribuciones de un nutrido grupo de Consejeros y colaboradores formado por los mejores especialistas en muy distintas áreas; y gracias al respaldo ganado -con una trayectoria clara y regular- en los círculos científicos, académicos y universitarios, la Fundación ha conseguido lo que nos proponíamos: que Soria se convierta en referencia internacional en el mundo de la cultura vinculada al español, y en general en el mundo de las fundaciones que impulsan las ciencias y que promueven la mejora del conocimiento y de la cultura.

Todo eso que nuestra Fundación ha alcanzado en este escaso cuarto de siglo justificaría, por sí solo, la existencia misma de esta Fundación con la que compartimos el título que llevamos, como en el título compartimos nombre con esta ciudad y esta tierra a la que va unido.

Pero el transcurso del tiempo también genera evolución en las instituciones, siempre basada en el capital humano, fundamental para seguir adelante como el primer día. Porque a lo que aspiramos es a que perduren las ideas que inspiraron esta Fundación, que nos impulsaron a crearla, que le han dado vida y que la han hecho crecer.

El tiempo no debe borrar nuestra aspiración -individual y colectiva- a la mejora del conocimiento, a que el conocimiento se extienda a toda la sociedad, a que se ponga en valor el patrimonio cultural recibido de nuestros antepasados y a que tratemos lo que tenemos hoy como algo que mañana puedan conservar nuestros descendientes para los suyos. Aspirar a encontrar los grandes valores en las pequeñas cosas, a distinguir lo importante de lo urgente y de lo accesorio, podría resumir los propósitos intemporales de nuestra Fundación. Esos propósitos, que hemos ido cumpliendo en estos veintidós años, son los que confiamos que se hagan permanentes, que nos sobrevivan a todos.

Porque esta Fundación, aunque tiene más de veintidós años, es joven de ideas y de propósitos, y puede seguir sirviendo muchos años más a esta tierra, y a la cultura en general.

La Fundación ha acumulado en estos años un valiosísimo caudal: el de la confianza que ha generado. Por la claridad y transparencia de sus objetivos, por su capacidad de desarrollarlos y cumplirlos, por su probada independencia, por su contrastado respeto a las libertades de pensamiento y de expresión, por la gestión atenta y eficaz de sus recursos, personales y económicos. Y por haber hecho siempre lo que dice que hace.

Esa confianza generada en tantos ámbitos, en tantas personas, es lo que mi esposo y yo más agradecemos. Y es quizás de lo que más orgullosos podemos sentirnos.

Hoy queremos recordar una vez más que todo el caudal de patrimonio intangible que posee nuestra Fundación, y la trayectoria misma que lo ha generado, están a disposición de la sociedad, de los colectivos de individuos que la forman, y de las entidades que administran sus recursos comunes. Porque esa disponibilidad para el interés general -que debe ser la razón de ser de toda fundación- es sin duda la razón de ser de la nuestra. Todo lo que en ella hay, y todo lo que representa, es para ustedes: para los que están aquí y para los que no están. En esa cualidad reside precisamente su futuro.

El Conde de Guadalhorce, Presidente de nuestro Patronato, ha hablado antes de ese futuro, que nuestra Fundación, con esfuerzo y vitalidad -como cada uno de nosotros- construye día a día sobre el pasado: conociéndolo, valorándolo y buscando siempre mejorarlo. Soria Románica es una acción que representa de modo ejemplar esa fructífera asociación entre el pasado y el futuro.

Hablar del futuro es hablar de esperanza, de superación. Por eso al oír a nuestro Presidente nos felicitamos de que nuestra Fundación siga empeñada en trabajar como hasta ahora en proyectar al mundo el nombre de Soria -desde Castilla y León, desde España- como un foco relevante de esa cultura hispana que desde estas tierras castellanas ha llegado a tener dimensión universal.

He hablado antes de la importancia de las personas en las instituciones. Y por eso quiero recordar, con afecto y pesar, que la Fundación acaba de perder a uno de sus grandes hombres: Luis Ángel Rojo. Nos acompañó durante muchos años con su consejo y con sus aportaciones, y en 1999 pronunció aquí mismo la lección magistral de aquel año. Lección magistral que este año vamos a recibir de nuestro Patrono Gustavo Suárez Pertierra, que nos va a hablar de “España ante el nuevo orden global”. Sirvan estos dos nombres como muestra de ese excepcional capital humano con que contamos.

Pero a nadie se le oculta que para que cualquier institución ejerza su actividad no basta el capital humano, sino que necesita complementarse con recursos económicos. Para obtenerlos es imprescindible el apoyo de la sociedad, y ese apoyo, en momentos de contracción económica, se hace necesariamente más selectivo. La extensión y estabilidad del reflejo económico del apoyo social se convierte así en un termómetro que permite determinar qué instituciones selecciona la sociedad para que permanezcan. Las leyes naturales de la selección se reflejan así, como en un espejo, en nuestras realidades sociales.

Gracias, pues, por su voto a favor de nuestra Fundación, a la Junta de Castilla y León, al Ministerio de Cultura, a la Fundación Marcelino Botín, al Ministerio de Asuntos Exteriores, o a la Fundación Endesa, cuya confianza tanto agradecemos, como lo hacemos a cuantas personas e instituciones contribuyen a que podamos seguir activos.

Y gracias a todos ustedes por estar aquí, un año más. Porque también de ustedes depende ese futuro de nuestra Fundación en el que tantas esperanzas tenemos. Por su apoyo, por acompañarnos, de verdad, muchas gracias.

 

 

Soria, 6 de julio de 2011