Los Duques de Soria durante su intervención en el acto

Salamanca, 22 de abril de 2010

Para la Infanta Margarita y para mí es un gran honor asumir la responsabilidad de agradecer los Premios Castilla y León 2009 en nombre de todos los premiados.

Estamos en Castilla y León, cuyas más importantes aportaciones a la historia universal, y desde luego las verdaderamente transcendentes, han sido siempre de naturaleza cultural, aunque a veces la historia se haya fijado más en los detalles, y olvidado las realidades que subyacen detrás. A lo largo de los siglos estas tierras y sus gentes han absorbido como una esponja la cultura de sus diferentes entornos -próximos y lejanos- para incubarla y proyectarla fuera, en una peculiar pulsión por difundir, comunicar y entregar, sin miedo a la distancia ni al tiempo, y sin esperar retorno. El latín, la lengua de ese gran mundo romano cuya universalidad aún no hemos logrado igualar, se depura aquí, se transforma para hacerse aún más universal, y nuestra lengua castellana se convierte primero en la lengua de España, y luego en el español del mundo. Pero tras la lengua hay todo un sustrato de ideas, de principios, de valores, de conocimientos, que también se dieron al mundo desde aquí. Precisamente mañana esta Comunidad conmemora un hecho histórico del que lo más importante es, como siempre, la esencia: que el anhelo de libertad es uno de los principios primordiales que forman parte del acervo cultural irradiado desde estas tierras a todo el mundo. En definitiva, la Cultura es la fuerza de Castilla y León, aunque muchas veces no seamos capaces de verlo. Y esa seguirá siendo su fuerza en el futuro.

Por ello tienen tanto sentido estos Premios, que reconocen la labor bien hecha en tantos campos, que en definitiva, aunados, son la Cultura con mayúscula.

Empezaremos, pues, dando las gracias de forma colectiva en nombre de todos los Premiados a la Junta de Castilla y León por haber creado estos Premios, como medio de fomentar la Investigación Científica y Técnica, las Artes, las Letras, la Protección del Medio Ambiente, los Valores Humanos, la Restauración y Conservación del Patrimonio, el Deporte, y las Ciencias Sociales y Humanidades. Y también agradecemos a los respectivos jurados su loable labor de análisis y reflexión. Porque para recibir un premio no basta merecerlo; el mérito debe además ponerse de manifiesto, y debe en última instancia ser apreciado por un Jurado. La conjunción de esos tres factores es un acontecimiento feliz, y por eso estamos celebrándolo.

Paso ahora a agradecer uno a uno los Premios Castilla y León de este año:

El Premio de las Letras, en nombre de D. José Luis Alonso de Santos, que por tradición habría sido el encargado de este agradecimiento colectivo, y que lo habría hecho sin duda con mucho más acierto, gracias a las dotes literarias, teatrales y humanas por las que ha sido premiado.

El Premio de las Artes, en nombre de D. Santiago Martín “El Viti”, a quien tanto admiramos por el acierto con que ha sabido combinar en su vida el valor, la destreza, el arte, y siempre la caballerosidad.

El Premio a la Investigación Científica y Técnica, en nombre de D. José Ramón Perán González, que tan justamente lo recibe por su dedicación fructífera a la docencia y a la investigación, actividades ambas que merecen el más alto reconocimiento, porque a ellas debemos todos buena parte de nuestra calidad de vida.

El Premio de Protección del Medio Ambiente, en nombre del Municipio de Atapuerca, en Burgos, cuya labor de recuperación de su patrimonio natural y de sus tradiciones, en un enclave tan emblemático del Camino de Santiago, vinculado en las últimas décadas a la investigación sobre nuestro más remoto pasado, se erige ante otros municipios como un ejemplo a seguir.

El Premio de los Valores Humanos, en nombre del Grupo de Rescate y Salvamento de Castilla y León, a quienes todos debemos permanente gratitud, porque en esos momentos en que más urgentemente se necesita ayuda, todos podemos contar con ellos, con su entrega y con su generosidad, aquí o en Haití.

El Premio de Restauración y Conservación del Patrimonio, en nombre de D.ª Concepción Casado Lobato, que tan sólidamente representa ese esfuerzo esencial, en el que todos estamos comprometidos, de preservar para las futuras generaciones el patrimonio que hemos recibido de las que nos precedieron.

El Premio del Deporte, en nombre de D. Vicente del Bosque, cuya labor nos ha dado tantas satisfacciones a tantos españoles, y a muchos aficionados de todo el mundo. Fomentar el deporte, ese gran cauce de emociones colectivas, es contribuir activamente a la paz.

Y por fin, el Premio de las Ciencias Sociales y Humanidades, en nombre de la Fundación que lleva nuestro nombre. Para la Fundación, este premio es un espaldarazo muy bienvenido en un momento en que -después de haber construido y consolidado una trayectoria de 21 años- tiene que trazar las rutas que afiancen su futuro, justamente en un momento en que las iniciativas culturales corren el riesgo de ser consideradas prescindibles o secundarias.

Nosotros, desde su presidencia de honor, hemos seguido siempre con la mayor atención e interés el día a día de la Fundación y hemos apoyado sus iniciativas, pero todo ello sin coartar lo más mínimo la libertad -de pensamiento, de expresión y de acción- que requiere todo proyecto que aspira a cultivar el conocimiento, la cultura y la ciencia.

Pero, con el Premio a la Fundación se está premiando el esfuerzo colectivo de las muchas personas e instituciones que se agrupan en ella, y por eso querríamos nombrar a todos, porque son quienes lo han merecido. Como no sería posible, nos disculpamos por ello. Aún así, nombraremos -desde la memoria, el afecto y la gratitud- a aquellos de nuestros Patronos que ya no están aquí: D. Julio Caro Baroja, D. Ernest Lluch, D. Epifanio Ridruejo Brieva, D. Manuel Alvar, D. José Botella Llusiá, D. Felipe Ruiz Martín, D. Fernando Lázaro Carreter, D. Julián Marías y D. Miguel Delibes. Y también nombraremos a las instituciones que de forma constante han facilitado durante estos años los medios materiales necesarios para la labor de la Fundación: la Junta de Castilla y León, Caja Duero, la Fundación Endesa, la Agencia Española de Cooperación Internacional y para el Desarrollo, el Ministerio de Cultura, la Diputación de Soria, y las Universidades de Amberes, Lisboa, Nueva York, Valladolid, Salamanca y Pontificia de Salamanca.

Además queremos extender nuestro agradecimiento al equipo de gestión de nuestra Fundación, a través de D. Rafael Benjumea, Conde de Guadalhorce, que con tanto acierto lo dirige desde la presidencia del Patronato, y de D. José María Rodríguez-Ponga desde la Secretaría General.

Nuestra gratitud por el Premio que hoy recibe la Fundación la expresamos, pues, en nombre de todos los que la integran. Y a todos ellos, sin excepción, hacemos también extensivo nuestro agradecimiento.

Ahora, agradeciendo la amabilidad de haberme escuchado, me gustaría que me relevara en la palabra la Infanta Margarita. De nuevo, y en resumen, muchas gracias.

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