Salamanca, 8 de marzo de 1994

He escuchado con el mayor interés vuestras intervenciones, y he recibido con agradecimiento, de manos de mi hermana la Infanta Margarita, Duquesa de Soria, la memoria que recoge la labor de la Fundación desde su creación hasta hoy.

Esta Fundación es un claro ejemplo de lo que pueden conseguir las voluntades agrupadas en torno a una idea. Con trabajo, tenacidad, dedicación callada y esfuerzo bien dirigido. Así es como se construye, paso a paso, una sociedad mejor.

Cuando a todo esto se suma la capacidad excepcional de quienes se agrupan alrededor de esa idea, el resultado es tan positivo que sólo nos cabe congratularnos de poder contar en nuestro país con iniciativas como ésta.

En efecto, esta Fundación puede enorgullecerse de surgir de una de las más nobles ideas, porque su objeto es nada menos que el desarrollo y defensa de nuestra cultura, como parte de la cultura universal, como vía de desarrollo humano y como vehículo del entendimiento entre los pueblos.

El estudio de nuestra propia cultura debe abrirnos a respetar más las culturas ajenas, y a relacionar la nuestra con otras, para comunicar nuestros valores, abriéndonos, en justa reciprocidad, a que otros nos comuniquen los suyos.

He observado con satisfacción que la Fundación mantiene un Instituto de Estudios Hispánicos en Amberes, dependiente de la Cátedra Carlos Quinto. Culminando una iniciativa tan afortunada como oportuna, acabáis de firmar el convenio que crea, con sede en Lisboa, la Cátedra que lleva el nombre de nuestro padre.

Lisboa y Amberes, capitales europeas de la cultura este año y el pasado, respectivamente, aparecen así unidas por un vínculo intangible a través de las dos cátedras de la Fundación.
Confío en que esta coincidencia represente un feliz augurio para ese otro vínculo que, por medio de la Fundación, cruzando Castilla entera y con Valladolid como centro de gravedad, está naciendo entre Salamanca y Soria.

Salamanca, que es por derecho propio una de las más acreditadas capitales de la cultura occidental, y Soria, que es ya por vocación uno de los más prometedores focos de desarrollo cultural.

La Reina y yo os damos la enhorabuena por la acertada materialización de una gran idea, y por una dirección certera, en una inteligente demostración de patriotismo.