Soria, 29 de noviembre de 1999

Para el Duque de Soria y para mí, para todos los que forman nuestra Fundación y para cuantos colaboran con ella, e incluso para quienes simplemente simpatizan con su labor, hoy es un gran día.

Porque la presencia aquí de Vuestras Majestades, inaugurando solemnemente esta nuestra Sede, es un inmenso honor para el proyecto de acción cultural que pusimos en marcha en 1989, y que acaba pues de cumplir sus primeros diez años; a los que seguirán, así lo esperamos, muchos más. Porque nuestra Fundación -nos enorgullecemos de decirlo- rebosa salud, vitalidad y proyectos de futuro, que se harán realidad si seguimos contando con los mismo apoyos y la misma independencia que han hecho posible su desarrollo hasta hoy.

Esta Fundación tiene por nombre el título con que Vuestra Majestad nos honró hace años, y que nos permite compartir el nombre de esta ciudad, de esta tierra a la que nos sentimos unidos con el corazón, lo que nos complace reiterar hoy de modo muy especial.

Impulsados por ese sentimiento, nos propusimos traducirlo en hechos, y quisimos con esta Fundación –lo que creemos estar consiguiendo– contribuir a reforzar la imagen de Soria como foco de irradiación cultural, como campo en el que se cultiva la riqueza del espíritu.

Y ello colaborando con la institución universitaria, formadora máxima de nuestra sociedad; y apoyando al hispanismo internacional, auténtico cuerpo voluntario de embajadores de esta cultura nuestra que se expresa en español, y que se extiende por medio mundo desbordando todo tipo de fronteras.

La definitiva puesta en funcionamiento de nuestra Sede, hoy ya plenamente operativa, ha sido una labor de años, que ha requerido tenacidad, generosidad y paciencia.

Esta puesta en marcha se ha ido haciendo de forma gradual, porque nuestra Fundación dio prioridad a poner en uso la zona de Aulas para poder alojar en ella la Escuela Universitaria de Empresariales, que se pudo así implantar en Soria; y la zona de Residencia Universitaria, que permite acoger y alojar a 86 estudiantes y profesores.

Nuestras oficinas, pues, Sede de nuestros servicios centrales, han tenido que funcionar todos estos años con el esfuerzo añadido de la precariedad impuesta por la carencia de las instalaciones que ahora entran en funcionamiento, y además lo han hecho al ritmo creciente que ha permitido situar a la Fundación en su nivel actual. Y ello sin perder ni un ápice de eficacia. Nuestra felicitación más calurosa por ese esfuerzo y esa eficacia al equipo que bajo la supervisión directa y activa de Don Rafael Benjumea, Conde de Guadalhorce, dirige Don José María Rodríguez-Ponga.

Esta inauguración que Vuestras Majestades nos honran en presidir, marca por tanto un hito en la vida de nuestra Fundación, que a partir de ahora podrá ser aún más operativa.

He citado al Presidente del Patronato, D. Rafael Benjumea, pero junto a él podría citar a todos los patronos de la Fundación, a los que forman su Comisión Ejecutiva, su Comisión Permanente, su Subcomisión de Actividades, y sus grupos de trabajo. Y he citado al Secretario General, Don José María Rodríguez-Ponga. Y junto a él podría también citar a los entusiastas y eficaces miembros de nuestros equipos de gestión, y a nuestros cada vez más numerosos colaboradores.

Pero no he citado, y debo hacerlo ahora, a nuestro tercer soporte. Me refiero al mecenazgo económico, que proporciona los medios materiales precisos para que nuestros equipos ejecuten los proyectos que diseña nuestro Patronato. Y a la cabeza de nuestros mecenas debo destacar a Caja Duero, y a su presidente Don Sebastián Battaner.

Es de gran importancia subrayar aquí que el desarrollo de esta Fundación se debe, además de a sus extraordinarios recursos humanos, que siempre hemos considerado su principal patrimonio, a la generosidad de sus patrocinadores; pero muy especialmente a la libertad e independencia absoluta con que patrocinadores como Caja Duero, gracias a la posición de independencia que permite su actual estatuto jurídico, nos han permitido desarrollar nuestro programa sin el más mínimo asomo de dirigismo.

Nuestra sociedad necesita de las fundaciones para su desarrollo cultural, para el mejor desarrollo humano en general; las fundaciones necesitan del mecenazgo para desarrollar su labor social; y los mecenas, incluso los institucionales, necesitan de la independencia para poder aplicar con libertad y sin condicionantes su mecenazgo.

Confiemos, por el bien de la sociedad, que pueda mantenerse esta eficacísima simbiosis, esta cadena de elementos positivos que se basa en la libertad y es sustento de la libertad.

Y antes de terminar, queremos reiterar una vez más nuestro agradecimiento a la Excma. Diputación Provincial de Soria, que cedió a nuestra Fundación este Convento de la Merced, y ha contribuido a su acondicionamiento, como también lo han hecho de forma muy importante la Junta de Castilla y León, el Ministerio de Educación y Cultura y el Ayuntamiento de Soria. Gracias también a la Universidad de Valladolid, que colabora estrechamente en dar vida y contenido a nuestra Sede; y a cuantos han hecho posible su puesta en funcionamiento.

Gracias finalmente a todas las gentes de Soria, que con su clara sensibilidad hacia la cultura tanto ayudan y tanto significan en nuestro proyecto, como también lo hacen en nuestro corazón.

Y nuestro mayor agradecimiento, siempre, a Vuestras Majestades por haber accedido a presidir hoy en Soria la inauguración de nuestra Sede, y otra sesión de nuestro Patronato.