S.A.R. la Infanta Doña Margarita durante su intervención en la inauguración del curso 2003-2004

Soria, 2 de julio de 2003

Inauguramos un año más, como siempre después de las fiestas de San Juan, el nuevo curso de nuestra Fundación, que tendrá su continuación a lo largo de todo un año, hasta julio próximo, dentro y fuera de España. Pero que comienza en Soria en este mes de julio, con los Seminarios que ha presentado hace un momento su Presidente. Seminarios, todos ellos, dirigidos por excelentes profesores universitarios sobre temas de enorme interés cultural y científico, que a lo largo de estos últimos años han hecho que en el mes de julio Soria sea un foco de cultura reconocido internacionalmente.

El Duque de Soria y yo, sorianos adoptivos desde hace poco y de corazón desde hace mucho, nos sentimos muy satisfechos y orgullosos de la labor que año tras año va consolidando nuestra Fundación, desde esta capital donde tenemos nuestra Sede.

La inauguración del Curso Académico 2003-2004, que celebramos hoy con la Exposición del maestro Hernández Pijuán y con la conferencia del Excmo. Sr. Don Arturo Pérez-Reverte, son un excelente prólogo de lo que será nuestro programa para este curso, que abordamos con la misma ilusión que cuando empezamos. Sin embargo, como en aquella ocasión, se unen a la ilusión otros sentimientos, como el de responsabilidad, el de confianza en contar con el apoyo de todos ustedes y de las instituciones sorianas para poder desarrollar y afianzar nuestro proyecto y, sobre todo, el de la esperanza de poder ayudar a Soria a convertirse en una referencia habitual en el mundo de la cultura, y en que nuestra Fundación constituya motivo de orgullo para Soria.

Para lograrlo hemos recibido el respaldo de numerosas personas e instituciones que honraron y honran a nuestra fundación con su confianza y que desde el principio se sumaron a nuestro entusiasmo. Es el caso del magnífico equipo humano que forman nuestros patronos, nuestros consejeros, nuestros colaboradores académicos, y el equipo de gestión que día a día trabaja con tanta eficacia desde Soria, Salamanca, Valladolid, Ciudad Rodrigo y Madrid, consiguiendo convertir proyectos en realidades. Todo ello se sustenta gracias a nuestros patrocinadores, con la ejemplar Caja Duero a la cabeza, que nos proporcionan los imprescindibles recursos materiales.

Y, gracias al generoso seguimiento de los medios de comunicación, esta labor que nace de la conjunción de tantos esfuerzos recibe la dimensión social que da pleno sentido a la cultura. Es evidente que todos los que estamos de una u otra forma en la Fundación estamos firmemente convencidos de la importancia de desarrollar y extender la cultura. Por eso estamos aquí.

Pero hoy, frente a la tendencia dominante que tantas veces equipara cultura a ocio y espectáculo, desde la Fundación levantamos nuestra voz, que es la del creciente colectivo de científicos y estudiosos que se agrupan en torno a nuestros programas, para reivindicar con firmeza la importancia vital de la cultura en esta encrucijada de la historia de la humanidad.

Desde que hace ya algunos millones de años los primeros humanos empezaron a serlo porque se hacían preguntas y porque buscaban respuestas, la humanidad se ha enfrentado siempre a muchas más preguntas que respuestas. Pero hoy esto ha cambiado, y con extraordinaria rapidez. ¿Cómo discernir, cómo acercarnos a la verdad entre el cúmulo abrumador de datos indiscriminados con que nos bombardeamos unos a otros en esta Era de lo Virtual? ¿Cómo conservar nuestra curiosidad, nuestra capacidad de duda, de crítica, de análisis, a salvo de esa anestesia ambiental que como mínimo nos desorienta, y que amenaza con adormecer y engañar precisamente aquellas cualidades que son nos hacen humanos?. Sólo el desarrollo de la Cultura, y su extensión a toda la humanidad, puede dotarnos de los instrumentos y de la formación necesarios para poder discernir, para poder seguir buscando las verdades auténticas sin dejarnos engañar por verdades virtuales. Y seguir buscando es, en definitiva, seguir pensando, que es tanto como seguir siendo humanos. Esa formación, ese entrenamiento de nuestra capacidad de análisis y de crítica, basados en la experiencia acumulada de nuestros antecesores, eso es la cultura: un bien de primerísima necesidad como el aire o el agua, porque nos ayuda a seguir siendo auténticamente humanos.

Por eso, desde el principio tuvimos el claro convencimiento de que la continuidad en nuestra acción de fomento cultural, en nuestras actividades, era fundamental para producir resultados.

Hoy, después de catorce años, podemos decirles con satisfacción que nuestras expectativas empiezan a parecer más próximas. Y los premios y reconocimientos que hemos ido recibiendo y que tanto nos honran nos hacen pensar que vamos haciendo camino en la dirección correcta, y nos dan ánimos para continuar perseverando.

Hace ya dos años que la Fundación se hizo presente en Nueva York, y mientras dispongamos de los recursos necesarios continuaremos allí con seminarios de interés universal y en colaboración con instituciones del máximo prestigio internacional.

Ampliar nuestra relación con Iberoamérica, que es ya un hecho con el Centro Coordinador de Formación Hispánica y con los Foros Iberoamericanos, para enriquecer nuestra cultura hispana con las aportaciones de las dos orillas del Atlántico, es tal vez nuestra mayor ambición.

Pero aproximar a españoles y portugueses a través de la cultura es también uno de nuestros más queridos objetivos. En el 2002 hemos finalizado la rehabilitación del Palacio de los Águila, en Ciudad Rodrigo, y desde allí reforzaremos los programas luso-españoles de nuestra Cátedra Conde de Barcelona.

También consideramos fundamental acercar a través de la cultura a los distintos pueblos de esta vieja Europa llamada a ampliarse y a profundizar en su gran proyecto de integración. Por eso nuestra Cátedra Carlos V sigue desarrollando sus actividades en los Antiguos Países Bajos, y por eso nuestra Fundación está presente en las Aulas Cervantes de Praga y Budapest. Y seguimos manteniendo nuestra fructífera relación con la Asociación Internacional de Hispanistas que cuenta con su sede en España, en esta nuestra casa, y a los que publicamos su boletín anual que les relaciona y comunica en el vasto mundo por el que se extiende el hispanismo, constituyéndose en baluarte de la cultura que se expresa en español, lo que merece toda nuestra admiración y reconocimiento.

Ya ven ustedes que a nuestro objetivo de estudiar y difundir la cultura desde Soria no le hemos puesto fronteras.

Pero también hay que ocuparse de lo más próximo. Por eso, y centrándonos en Soria, todos debemos ser conscientes del enorme potencial de desarrollo que encierra su patrimonio cultural, histórico, artístico, arqueológico y paisajístico.

Y todos debemos ser conscientes de que aprovechar ese potencial exige de cada uno de nosotros un compromiso directo, una reacción personal; y de todas las instituciones y colectivos sociales, un compromiso fuerte y sin titubeos.

Así lo hace nuestra Fundación desde 1991 con su Centro de Estudios de Desarrollo Local, bajo la encomiable dirección de la Profesora Mercedes Molina Ibáñez, desde el que hemos desarrollado más de 130 actividades en Soria y su provincia con la intención seria y rigurosa de aportar bases sólidas para nuestro desarrollo económico y social, y de promover y apoyar cuantas otras iniciativas apunten en la misma dirección. Conseguir desarrollar nuestro potencial de forma correcta y sostenible no es fácil, todos lo sabemos. Pero todos sabemos, también, que la dificultad nunca detiene a quienes saben que está en juego su futuro y el de sus hijos. Seamos conscientes de ello y actuemos en consecuencia. Con unión y determinación lo conseguiremos.

Acabo ya, agradeciendo en nombre del Duque de Soria, y en el mío propio, su presencia y atención, un año más, en este acto académico que inaugura el curso de la Fundación; y reiterando que la cultura, que hoy nos reúne aquí, es lo que permite al ser humano desarrollar su capacidad de hacerse preguntas y de buscar respuestas, y que eso es lo que nos distingue del resto de los seres vivos. Por eso creemos firmemente que sólo con la cultura ganaremos el futuro.