S.A.R. la Infanta Doña Margarita durante su intervención en la inauguración del curso 2002-2003

Soria, 3 de junio de 2002

Hace justamente diez años que nuestra fundación inició aquí mismo, tres años después de su nacimiento, esta tradición de presentar en un acto solemne nuestro programa académico anual, y al mismo tiempo hacer balance del año precedente.

Pero esta es la primera vez que al dirigirme a Vds en esta solemnidad anual de la fundación lo hago como soriana de pleno derecho. El Duque de Soria y yo éramos sorianos de corazón desde hace muchos años, pero desde mayo pasado lo somos también por generosa concesión del pueblo de Soria, que por medio de sus representantes municipales nos ha dado el honrosísimo título de Hijos Adoptivos.

De la actividad académica del año que hoy termina, que ha sido el décimo de programación estable y el decimotercero de vida de la fundación, ya les ha hablado el presidente de nuestro Patronato, a quien el Duque de Soria y yo agradecemos de todo corazón su dedicación entusiasta y generosa.

De lo que yo quiero hablarles hoy no es de lo que la fundación ha hecho, sino de lo que otros hacen por ella, precisamente para que pueda hacer lo que hace. Y también quiero hablarles del futuro, de lo que quienes forman nuestra fundación, y con ellos el Duque de Soria y yo, queremos hacer desde ella en los años próximos.

Empezaré diciendo que el año transcurrido desde julio pasado hasta hoy ha sido muy especial. Empezó el año con un nuevo seminario, que marca un hito en nuestra trayectoria. Fue el Encuentro sobre el Hispanismo en el mundo, que organizamos en julio pasado en Nueva York. Ha sido el primer seminario organizado en América por nuestra fundación: En realidad, el primero organizado fuera de Europa. El Duque de Soria y yo tuvimos la satisfacción de clausurarlo, y de inaugurar, al día siguiente, el Congreso mundial de la Asociación Internacional de Hispanistas, cuya reunión anterior tuvo lugar en España en 1998, y celebró en Soria, donde los hispanistas tienen su casa en esta nuestra Sede, alguna de sus más importantes sesiones.

Por lo tanto, el año que hoy termina marca el inicio de la presencia cultural de Soria en América a través de nuestra fundación. Y digo el inicio porque, como Vds ya saben, nuestra fundación no acostumbra acometer actividades sin perspectivas de continuidad: Así, al margen de que en adelante organizaremos cada tres años un seminario sobre hispanismo como preludio de cada Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas, estamos ya organizando, por encargo de la Junta de Castilla y León, un seminario estable de estudios hispánicos en Nueva York, cuyas cuatro primeras ediciones están ya programadas desde este año hasta el 2004. Y estamos además iniciando nuestros Foros Iberoamericanos, destinados a acercar a los científicos de habla hispana y portuguesa de ambos lados del Atlántico.

La fundación, pues, apuesta para el futuro, de forma inequívoca, por la dimensión americana de la cultura que compartimos quienes hablamos español. Y apuesta por hacer de Soria una referencia cultural de prestigio en toda América.

Este año pasado tiene otros dos hitos muy notables para la fundación: El inicio de una línea de estudio sobre esa cultura tan próxima a la nuestra que es la sefardí, que ha sobrevivido milagrosamente hasta nuestros días en las condiciones más adversas que cabe imaginar. Y el fin de las obras del Palacio de los Águila en Ciudad Rodrigo, que supone la puesta en marcha, junto a la frontera de Portugal, de las dependencias -que acabamos de inaugurar la semana pasada- de nuestra Cátedra Conde de Barcelona, desde las que la fundación coordinará sus Encuentros Luso-Españoles.

En otro orden de cosas, el año del que hoy hacemos balance ha tenido gran relevancia para la fundación por algo totalmente ajeno a nuestra programación: Los reconocimientos que en él hemos recibido de muy diferentes sectores sociales.

Todo indica que, al menos en la percepción pública, nuestra fundación se está acercando a su nivel de madurez. Al menos así interpretamos la coincidencia en el mismo año de tan importantes apoyos.

En efecto, en estos meses el Ayuntamiento de Soria nos ha nombrado Hijos Adoptivos y ha acordado dedicarnos una calle, lo cual entendemos que responde en gran parte a los méritos de la fundación; nuestra fundación ha recibido el título de Mecenas Cultural Saludable de la Fundación Científica de la Caja Rural de Soria; hemos recibido el Premio Heraldo de Soria, que reconoce en nosotros la labor realizada por la fundación; la Fundación Montblanc ha concedido a mi marido el premio internacional de mecenazgo cultural, en buena medida también por los méritos de esta fundación; la Asamblea General de Caja Duero ha designado a la Fundación entidad de interés general integrada en los órganos de la Caja; y por fin, la fundación ha recibido el Premio Infanta Cristina de Economía de Castilla y León, por la profundidad e importancia de los estudios económicos desarrollados a lo largo de los años.

A esto hay que añadir el premio constante que supone la acogida tan favorable que los medios de comunicación en general, y los de Soria muy especialmente, dispensan a nuestras actividades. Este premio intangible se ha materializado ocasionalmente en premios formales, como el “Castillo de Oro” de la Agencia EFE en 1993, el Premio Guinda de la asociación de periodistas e informadores de Soria hace dos años, o el Premio Heraldo de este mismo año ya mencionado.

Todo esto, naturalmente, sin contar lo que ya viene siendo habitual desde el principio, que son los numerosísimos premios, honores y distinciones de todo tipo que a título personal reciben nuestros Patronos y Consejeros, confirmando así que en nuestra fundación tenemos el enorme privilegio de contar con los mejores.

Al hacer repaso de la extraordinaria concentración de reconocimientos que en un solo año ha recibido la fundación, directa o indirectamente, quiero reiterar una vez más que mi esposo y yo creemos que todas las distinciones obligan a quienes las reciben a seguir haciéndose acreedores día tras día a la distinción recibida. Quien se duerme en los laureles es que no los merece. Por eso, este año de premios ha sido para nuestra fundación un año de estímulos, que nos hace plantearnos no sólo seguir en la dirección emprendida, puesto que la sociedad la reconoce como correcta, sino utilizar la posición ganada con tanto tesón para actuar también en otras líneas.

Y al reflexionar sobre el último premio, el Infanta Cristina de Economía, pensamos que, al concederlo a la fundación, el Jurado tal vez también ha querido subrayar la importancia indirecta que tiene para la economía de Castilla y León la actividad de una fundación como la nuestra en áreas como la lengua y la cultura, que son pilares potenciales del desarrollo económico de la región. Si hemos de ver en ello un mensaje que señala subliminalmente a nuestra fundación como un factor de desarrollo económico, debemos actuar en consecuencia.

Y esta reflexión enlaza directamente con lo que la fundación puede aportar en el futuro, primero a Soria y después a Castilla y León.

Muchos de Vds saben que el Duque de Soria y yo constituimos esta fundación por entender que nuestro título, como cualquier otra dignidad o distinción, supone ante todo una responsabilidad y debe cumplir una función social, y que por eso era preciso dotarlo de un contenido actual que coincidiera con nuestra sensibilidad personal, y que lo vinculara activamente a la ciudad y a las tierras de Soria. Aunque no quisimos tener ninguna función ejecutiva en la fundación, para señalar así nuestro respeto absoluto a la independencia de pensamiento que exige toda acción cultural, mantenemos un permanente seguimiento de toda la actividad de la fundación, y una implicación directa en todo cuanto requiere nuestro Patronato, como cuando se trata de interpretar la voluntad fundacional o reflexionar sobre el futuro de la fundación.

En todo caso, uno de los pilares básicos de nuestra fundación es responder al compromiso personal que el Duque de Soria y yo tenemos con el desarrollo cultural y social de Soria. Y a ese fin se dedica, directa o indirectamente, toda la actividad de la fundación.

Porque la cultura no es algo elevado y distante, sin relación con nuestras preocupaciones cotidianas, como a veces induce a creer esa imagen distorsionada que podemos transmitir precisamente quienes tenemos responsabilidades en el ámbito cultural, y que debemos permanentemente esforzarnos en corregir. No: la cultura es el camino más seguro para mejorar la condición humana y la calidad de vida. Y la cultura es lo que ha configurado a través de los siglos el entorno del que hoy disfrutamos. Por eso todos tenemos una deuda con ella, todos debemos contribuir a conservarla, a enriquecerla, a difundirla: Por nuestro propio interés, y desde luego por el de nuestros hijos.

De las cinco áreas en que se estructura la actividad de la fundación (lengua, historia, ciencias, hispanismo y desarrollo local) es evidente que esta última es la que más directamente se aplica al objetivo de promover el desarrollo de Soria.

Y en esta línea, muchos de Vds lo recuerdan, la fundación ha acometido a veces iniciativas directas: Colaboró con el Ayuntamiento en hacer posible la Escuela Taller, que ha formado a más de 200 jóvenes. Y colaboró con la Universidad de Valladolid en implantar Empresariales en Soria, con lo que esto supone de refuerzo para el tejido empresarial local. En efecto, la Escuela de Empresariales, acogida en esta Sede nuestra, da cabida a mas de doscientos alumnos, prácticamente todos sorianos. La rehabilitación de esta misma Sede, que en su día nos cedió la Diputación Provincial, fue otra actuación directa, que permitió recuperar y poner en uso una pieza importante del patrimonio histórico soriano, mejorando la dotación de servicios de Soria, puesto que además de acoger nuestras oficinas y la Escuela de Empresariales, y servir de base a la Asociación Internacional de Hispanistas, ofrece residencia a más de ochenta universitarios.

Pero sobre todo, en este área nuestra fundación viene desarrollando desde 1991 su Centro de Estudios de Desarrollo Local, bajo la acertada dirección de la doctora Mercedes Molina. Y es en esa línea, donde más directamente vamos a poder colaborar al desarrollo de Soria, a ese desarrollo deseable construido sobre la sólida base de la cultura y del respeto a nuestro entorno y a nuestra dimensión humana.

Ahora que la fundación empieza a tener peso fuera del ámbito académico, debemos impulsar aun más los estudios sobre desarrollo local, y contribuir en la medida de nuestras posibilidades a su puesta en práctica. Al fin y al cabo, los estudios de este Centro se hacen con la mente puesta en su posible aplicación futura, y es sobre el terreno como se prueban las teorías.

En estos momentos, Soria y los territorios como Soria se encuentran en un momento crucial. En el mundo se enfrenta lo global a lo local, y nuestra supervivencia pasa por encontrar fórmulas que permitan conciliar ambos conceptos. Los recursos locales deben insertarse en las redes globales, pero eso no siempre es fácil. Soria, como Castilla y León, cuenta con recursos locales aún muy poco desarrollados, con elementos potenciales de desarrollo económico que giran –no nos cansaremos de repetirlo– en torno a la cultura: son la lengua, el paisaje, la historia, el arte…

Si queremos apostar por el futuro, debemos ser capaces de atraer inversiones, y ello exige la colaboración de todos, la superación de la parte más negativa de los localismos para conservar lo que tienen de bello y de positivo. Las entidades locales tendrán que buscar formas de especialización e integración en estructuras superiores, como hacen los estados, porque el futuro nos exige agrupar decididamente nuestras fuerzas.

Desde este foro quiero ofrecer a las entidades locales la colaboración plena de nuestro Centro de Estudios de Desarrollo Local. No para decirles lo que tienen que hacer, no para plantearles retos. En la fundación sabemos bien lo frustrantes que pueden ser los retos cuando es materialmente imposible hacerles frente: nuestros recursos sólo nos permiten hacer una pequeñísima parte de lo que nos gustaría hacer. Y estamos seguros de que, a su escala, cada entidad se enfrenta a la misma frustración.

Por eso, el Centro de Estudios de Desarrollo Local de la fundación no pretende decir a otros cómo deben hacer su trabajo. El Centro de Estudios de Desarrollo Local se ofrece como un instrumento, como un laboratorio de ideas para explorar alternativas, para ensanchar nuestros horizontes con nuevas posibilidades, para ofrecer a quienes tienen sobre sus hombros la pesada carga de la responsabilidad común, un abanico de soluciones imaginativas, una amplia gama de propuestas seriamente estudiadas y evaluadas.

Hace un año les decía, aquí mismo, que no basta con soñar un futuro mejor para nuestros hijos: Debemos comprometernos con nuestros sueños. Por eso el compromiso social exige compromiso personal. Para apostar por el futuro hay que implicarse, y para eso hay que estar dispuesto a sacrificar la comodidad de lo cotidiano.

Termino, como no, con agradecimiento: Al magnífico equipo humano que forman nuestros patronos, nuestros consejeros, nuestros colaboradores académicos y nuestros coordinadores; a nuestros patrocinadores, con la ejemplar Caja Duero a la cabeza; a los medios de comunicación que difunden nuestra labor; a quienes la aprueban; y a quienes la premian. Sin ellos, la fundación no sería –no podría ser- lo que es hoy.

Gracias también a Vds, por estar aquí y por escucharnos. Unamos nuestros esfuerzos y conquistaremos ese futuro que sólo puede ser nuestro si lo ganamos juntos.