S.A.R. la Infanta Doña Margarita durante su intervención en la inauguración del curso 1999-2000

Soria, 5 de julio de 1999

En 1989, hace ahora diez años, nacía nuestra Fundación, como resultado de reflexiones y planteamientos que fueron desarrollándose desde que Su Majestad el Rey me otorgó el título que comparto con mi esposo.

Aparte de honor que ello significaba, para mí esposo y para mí fue motivo de profunda satisfacción el que se tratara precisamente de este Ducado, porque a los dos nos había seducido Soria desde mucho tiempo atrás. Ya antes de conocerla, en Machado, en Bécquer, o en Diego, amábamos sus paisajes y sus calles, la “curva de ballesta” que describe el Duero a su paso por la campana del reloj de la Audiencia. Pero, sobre todo ello, encontramos luego a sus gentes, acogedoras y amables, cultas e independientes, con ese señorío natural que Castilla siempre infunde y que en el altiplano numantino es norma. Su carácter, en suma, nos llegó al alma, y esperamos que Soria nos acompañe siempre en nuestra vida.

Pensando qué podíamos hacer por la ciudad cuyo nombre llevábamos con tanto agrado, tras un largo periodo de maduración y después de asegurarnos de que localmente la idea se consideraba conveniente, coincidimos en crear una fundación cultural que llevara por nombre el título que nos une a Soria, y que permitiera desarrollar desde su propio ambiente, tan ligado y tan sensibilizado ya a la cultural, una parte de la enorme labor que cabe siempre desde la iniciativa privada, en esta ocasión dirigida fundamentalmente a complementar y ampliar la formación universitaria, base del progreso de un país, a colaborar con esa red internacional de embajadores y promotores de nuestra cultura que son los hispanistas y, en todo caso, a apoyar también en lo posible a ese patrimonio ingente y común que es la lengua española.

El siguiente paso fue elegir un patronato en el que se integraran tanto autoridades locales e institucionales como personalidades del mundo intelectual, y que tuviera la capacidad y la voluntad de acometer la puesta en marcha y el desarrollo de la Fundación.

Siempre hemos considerado que nuestro patronato y su equipo de trabajo constituyen el principal patrimonio de la Fundación, y así lo reiteramos hoy personalizándolo en la figura del excelentísimo señor Don Rafael Bejumea, conde de Guadalhorce, cuyos méritos al frente de esta institución acaba de reconocer el Gobierno de España, al elevar a Su Majestad el Rey la propuesta del concederle, como así ha hecho, la Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X del Sabio.

Mi esposo y yo no podemos ser objetivos, por razones de amistad y de afecto, al agradecer al Patronato y al equipo de trabajo todos sus esfuerzos y aciertos en estos diez años.

Por ello citaré textualmente a Su majestad el Rey, que en 1994, dirigiéndose a los miembros de esta institución, dijo:

“Esta Fundación es un claro ejemplo de lo que pueden conseguir las voluntades agrupadas en torno a una idea. Con trabajo, tenacidad, dedicación callada y esfuerzo bien dirigido. Así es como se construye, paso a paso, una sociedad mejor.

Cuando a todo eso se suma la capacidad excepcional de quienes se agrupan alrededor de esa idea, el resultado es tan positivo que sólo nos cabe congratularnos de poder contar en nuestro país con iniciativas como ésta”

En los cinco año transcurridos des que Su Majestad el Rey hiciera estos comentarios, el Patronato y los colaboradores de la Fundación han seguido acumulando cada vez más actividad, más esfuerzos y más méritos, que reconocemos y agradecemos profundamente.

El presidente, al inicio de este acto, ha hecho balance del Curso que acaba, y ha presentado las líneas principales del que comienza. Por eso nos limitamos a subrayar dos circunstancias:

En primer lugar, para la Fundación ha representado un hito muy señalado la presencia en Soria, en julio pasado, de los miembros del Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas, de la que mi esposo y yo somos miembros de honor. Este hecho marca la consolidación de la vocación pro-hispanista de nuestra Fundación, la del Conventos dela Merced como centro de apoyo al hispanismo internacional, y la de Soria, cuya excelentísima señora Alcaldesa, Doña Eloísa Álvarez Oteo, nos acompaña hoy, como centro de gravedad del hispanismo en el mundo.

Y en segundo lugar subrayaremos la satisfacción que supone para nosotros haber visto consolidada también en el Convento de la Merced la especialísima y fructífera relación de colaboración entre la Fundación y la Universidad de Valladolid, ejemplo destacado de esa nuestra otra gran vocación que es complementar la acción universitaria. Nuestro agradecimiento en este punto da la Diputación Provincial de Soria, que nos cedió el edificio y está representada aquí por su Presidenta, Doña María Jesús Ruiz Ruiz, y al excelentísimo señor Rector Magnífico de la Universidad de Valladolid, Don Jesús Sanz Serna.

Como ya hemos escuchado de Don Rafael Benjumea, la acción de la Fundación precisa de recursos materiales, y los recibe de diversas instituciones públicas y privadas. Entre las primeras destacaremos al Ministerio de Educación y Cultura, representado hoy aquí por su Titular, Don Mariano Rajoy Brey, y a la Junta de Castilla y León, representada aquí por su Consejera de Educación y Cultura Doña María Josefa Fernández Arufe. Y entre las segundas es de justicia destacar a Caja Duero, por su constancia, por su volumen, y por su permanente confianza. Caja Duero, representada hoy aquí por su Presidente, Don Sebastián Battaner, es un ejemplo modélico de ese Nuevo Mecenazgo que no busca imagen a corto plazo, sino que invierte a largo plazo, con visión amplia, en fomentar la cultura como elemento fundamental del desarrollo humano, que es la base precisa para mejorar de cara al futuro la calidad de nuestro medio social. Reiteramos pues nuestra felicitación a Caja Duero, por esa demostración generosa de visión y sensibilidad, y expresamos a la entidad y a su Presidente nuestro agradecimiento por ese apoyo tan esencial.

Termino ya, expresando la satisfacción que a mi esposo y a mí, como Duques de Soria, nos produce haber contribuido en estos diez años , por medio de la Fundación, a reforzar en España y el mundo el nombre de Soria y su prestigio cultural, participando así en esa nueva vitalidad que está brotando aquí con fuerza, y del que quizás hoy los éxitos deportivos, que tanto nos enorgullecen, son la manifestación más visible.

Confiamos en seguir, con el concurso de la Fundación, prestigiando el nombre de Soria y sirviendo de estímulo cultural a los habitantes de estas tierras. Con el apoyo de los sorianos, con el esfuerzo de los miembros de la Fundación, y con la confianza de la instituciones y entidades que nos aportan los recursos precisos, estamos seguros de que, dentro de otros diez años, podremos todos juntos constatar aquí los resultados de la labor bien hecha y felicitarnos por ello.