Los Duques de Soria junto al resto de premiados y el Presidente de la Junta de Castilla y León

Salamanca, 22 de abril de 2010

Coincido plenamente con todo lo que ha dicho mi esposo el Duque de Soria. Y sólo añadiré unos breves comentarios, desde dos sentimientos muy profundos: el de satisfacción y el de gratitud.

Estamos profundamente satisfechos de constatar que, veintiún años después de su nacimiento, nuestra Fundación no sólo responde a los propósitos y expectativas con que la creamos, sino que a lo largo de su trayectoria ha ido concitando el respaldo de una amplia comunidad universitaria y académica, y además ha merecido por su labor el reconocimiento público, del que este premio es máximo exponente.

Porque qué mejor reconocimiento que éste, recibido en su tierra por una Fundación que es ante todo castellano-leonesa, y que desde Soria cultiva esa vocación de proyección universal de la cultura que ha sido -y es- característica de Castilla y León, y de la que esta docta ciudad de Salamanca es tan claro ejemplo.

Y el otro profundo sentimiento es de agradecimiento hacia quienes han hecho posible que la Fundación sea hoy lo que es. Me refiero a esa Comunidad universitaria y académica que se ha ido uniendo a nuestro proyecto y haciéndolo suyo.

Pero también hablo del equipo de trabajo que ha permitido que en la Fundacion todo funcione con fluidez, con el máximo respeto a la libertad de pensamiento y a la libertad de expresión. Esa respetuosa eficacia organizativa de nuestros colaboradores se ha aplicado a las relevantes aportaciones intelectuales de nuestros patronos y consejeros, entre los que hoy no quiero dejar de recordar al gran Miguel Delibes, que nos honró al formar parte de nuestra Fundación.

Y también me estoy refiriendo con agradecimiento a los medios de comunicación de Castilla y León, y de Soria en particular, que con tanta profesionalidad han dado a conocer al gran público nuestra labor, y que al darla a conocer han multiplicado su alcance social.

Y, por supuesto, ese sentimiento de gratitud se refiere también a los patrocinadores y poderes públicos, que han confiado en la rentabilidad social de la acción cultural de nuestra Fundación, y han aportado los recursos económicos precisos.

Aunque el Duque de Soria los ha citado, quiero repetir la mención a dos de ellos: Caja Duero, porque durante muchos años nos ha permitido esa libertad que es consustancial al auténtico progreso del conocimiento y de la cultura, y también porque esperamos que lo siga haciendo en el futuro; y la Junta de Castilla y León, porque en estos tiempos de dificultades económicas su confianza en la labor de nuestra Fundación, y su respeto a nuestras líneas de actuación, son la mejor garantía de nuestro futuro. Y es que el futuro de nuestra Fundación está firmemente unido a la probada sensibilidad del Gobierno castellano-leonés hacia el fomento de las fundaciones privadas, como un eficaz instrumento de la proyección cultural de Castilla y León en el mundo, proyección que en definitiva acabará revirtiendo a los castellano-leoneses en mejora de su nivel de bienestar.

Termino ya, expresando la satisfacción añadida que supone recibir este premio junto a tan ilustres y meritorios compañeros de galardón, a los que nos une, además del hecho de recibir juntos los Premios Castilla y León, la razón por la que han merecido ser premiados: por hacer las cosas, cada uno en su campo, lo mejor posible.

La búsqueda de la excelencia es, pues, el mérito que une a los premiados; y promocionar esta búsqueda de la excelencia es el mérito de Castilla y León al otorgar estos Premios.

Creo, por tanto, que interpreto correctamente a todos los premiados al dar, en nombre de la Fundación y en el de todos los demás galardonados, las gracias muy sentidas a la Junta de Castilla y León, y a los Jurados que han valorado los méritos que hoy se premian.

Muchas gracias a todos por su atención.