© Casa de S.M. el Rey

Muy buenas tardes y permítanme darles a todos la bienvenida más cordial a este Palacio de El Pardo; y también a España en el caso de todos los que han viajado –algunos desde muy lejos− para compartir este acto tan singular, esta celebración que considero del máximo interés, plenamente justificada y llena de gratitud en su motivación, e incluso particularmente emotiva.

Nos encontramos hoy aquí para rendir un sincero, profundo y sentido homenaje a un colectivo muy especial, a un gran grupo humano formado por miles de doctores y licenciados universitarios de todo el mundo que, sin ser –en su mayoría− hispanohablantes de nacimiento, dedican su vida profesional con verdadera pasión a promover nuestra lengua y nuestra cultura.

Estos “hispanistas no hispanos”, enamorados de nuestra cultura y volcados −personal y profesionalmente− en ella, difunden desde universidades e instituciones su conocimiento y entusiasmo por nuestro patrimonio cultural e histórico. Y lo hacen en beneficio de todos: en beneficio de las sociedades hispánicas que son así mejor conocidas en otros contextos internacionales; y de las sociedades no hispanas que se enriquecen con la aportación de nuestra cultura al mundo. La labor investigadora y docente de los hispanistas potencia, sin duda, el alcance universal de nuestra cultura al tiempo que contribuye a reforzar el prestigio de los países hispanohablantes.

Por ello, quienes integran esta colectividad de estudiosos y especialistas son muy conscientes de que su condición de hispanistas les hace ser parte de un gran ámbito internacional que trasciende sus propias instituciones y asociaciones académicas o profesionales. Y de que son verdaderamente un generador de valor para el mundo hispánico, por lo que merecen todo nuestro aprecio y apoyo.

Al mismo tiempo, es fundamental que los pueblos hispanos ─los más de quinientos millones de personas que hablamos español como lengua materna─ valoremos como corresponde la tarea de estos auténticos embajadores culturales y el capital que nos aportan, porque, además, nos enriquecen con el tamiz y la sensibilidad de sus respectivas culturas y orígenes. Igualmente, es fundamental subrayar la importancia de la mayor colaboración entre la comunidad científica y académica de los países hispanos con los hispanistas internacionales, porque de ella solo podemos esperar un incremento del conocimiento y un enriquecimiento de las visiones y perspectivas que se aproximan a nuestro amplio ámbito de civilización.

Otra de las grandes virtudes del hispanismo internacional es su efecto multiplicador, porque la condición de docentes, en la mayoría de los casos, de sus representantes hace que su pasión se transmita, año tras año, a sucesivas audiencias y generaciones de estudiantes. Es además muy relevante el impacto de las aportaciones científicas de los hispanistas, así como la cifra de estudiantes que, cada curso en todo el mundo, reciben de sus profesores la semilla de la atracción hacia nuestras culturas. Por eso, este es un homenaje que concierne a todas las naciones hispánicas, muchas de ellas representadas hoy aquí por sus embajadores.

Señoras y señores,
Los Duques de Soria, que hoy nos acompañan, han contribuido de una manera encomiable durante los últimos treinta años a promover el hispanismo internacional y su mayor conocimiento por nuestras sociedades.

Acabamos de escuchar a la Infanta Margarita explicar por qué se siente tan próxima a los hispanistas, y por qué es tan profunda su admiración hacia ellos. De hecho, la Reina y yo pudimos apreciar el afecto y el respeto de los Duques de Soria hacia el hispanismo internacional cuando, hace casi diez años, tuvimos la oportunidad de acompañarles con ocasión del vigésimo aniversario de su Fundación. Entonces, pudimos conocer en Soria el Centro de Apoyo al Hispanismo y el Archivo de la Asociación Internacional de Hispanistas que alberga el Convento de la Merced, sede de la Fundación. Se trata de unas infraestructuras y de un legado de conocimiento que aúnan —de manera equilibrada y austera— funcionalidad, solemnidad, cultura e historia.

En su meritoria labor, la Fundación Duques de Soria ha trabajado con constancia, logrando que Soria ─que aparece a menudo en nuestro imaginario como una quintaesencia de Castilla─ pueda hoy también definirse como un referente de lo hispánico en general. De hecho, la Asociación Internacional de Hispanistas, reunida en Buenos Aires en 2013, decidió fijar su sede mundial en el Convento de la Merced, convirtiendo a esta ciudad, simbólicamente, en una “capital hispanista”. Esta es una circunstancia que, sin duda, dará lugar a nuevas iniciativas que, desde esa tierra tan querida, redundarán en la promoción de nuestras culturas.

Hemos escuchado a algunos académicos de distintos países contarnos por qué son hispanistas, y, realmente, nos hemos conmovido con sus palabras. Hemos oído también a representantes de diversas Academias de la Lengua Española reconocer y agradecer esa labor. Asimismo, ilustres académicos nos han hablado de las sesiones de trabajo en las que han participado numerosos especialistas de todo el mundo, que hoy nos acompañan y que esta mañana han concluido sus trabajos en la Real Academia Española.

Podemos decir que conocemos muy bien el gran valor de la aportación de los hispanistas internacionales. Por ello, nos corresponde expresarles nuestra admiración y nuestra gratitud. En nombre de todos, para mí es un honor hacerlo hoy aquí en España, en Madrid; pero como muchos han podido comprobar desde hace muchos años, la Corona en su labor institucional y de representación internacional procura hacerlo también siempre que viaja a algún país en el que ustedes viven y desarrollan su trabajo y vocación dedicados a nuestra lengua, historia y cultura.

Muchas gracias a todos por su presencia, participación y apoyo para celebrar este encuentro y este acto de singular y emotivo homenaje, de corazón, a los Hispanistas, al Hispanismo Internacional.

Y muchas gracias a la Infanta Margarita y a Don Carlos Zurita por su permanente compromiso con el hispanismo.