En español siempre se informaba de algo o se informa sobre algo, pero nunca se informa que algo». Mas un día llegó a España, procedente de  la América hispana, la historia de que se había armado un pequeño escándalo con la locución que la empresa Telefónica Española había grabado en el contestador automático de los terminales, que arrancaba diciendo: «Telefónica le informa de que…». Y es que, según ya sabíamos, a muchos hispanohablantes americanos esa construcción les parecía errónea, porque creían que se trataba de un fallo gramatical conocido como dequeísmo.

El sociólogo y lingüista español Amando de Miguel, en un artículo publicado en el diario (en línea) Libertad Digital el 10 de octubre del 2008, titulado «Queísmo y dequeísmo», mencionaba indirectamente esa famosa polémica. Finalmente se fue imponiendo la forma americana informar que, error denominado “queísmo”, consistente en usar solamente “que” en aquellos verbos que históricamente tenían como régimen preposicional “de que” o “sobre que”. Hoy ya somos escasos—yo estoy entre ellos— los hablantes que seguimos empeñados en informar de algo o sobre algo, aunque puedan tacharnos de dequeístas. Pero, por favor, no piensen de que somos puristas, como podrían serlo los que solo usan la voz gama para referirse a un animal.

No está de más informar de que la gama es la hembra del gamo, y este es un «mamífero rumiante de la familia de los cérvidos, originario del mediodía de Europa, de unos 90 cm de altura hasta la cruz, pelaje rojizo oscuro salpicado de multitud de manchas pequeñas y de color blanco, que es también el de las nalgas y parte inferior de la cola; cabeza erguida y con cuernos en forma de pala terminada por uno o dos candiles dirigidos hacia delante o hacia atrás. La hembra se distingue del macho por la falta de cuernos».

No, no es una broma: la gama, según el Diccionario de 1734, solo era la «hembra del gamo»; después en 1780, además de ser ese animal, era también (en la música) «Una tabla o esquela con que se enseña la entonación de las notas de la música, que también se llama mano armónica». En 1884 añadieron que era «la tercera letra del alfabeto griego». Y hubo que esperar hasta 1925 para que llegase el significado de «Escala, gradación. Aplícase a los colores». Muchos años después, ya en el 2001, se añadió esta otra acepción: «Serie de elementos que pertenecen a una misma clase o categoría. Toda la gama de productos cosméticos».

Pero antes de que ese nuevo significado desembarcara en el Diccionario, los manuales de estilo ya habían comenzado a advertir de que (otro verbo que funciona con de que) no era correcto usar así esa palabra con el sentido de conjunto, clase, cantidad, serie…

Sin embargo, a pesar de esas advertencias, se fue imponiendo el significado de ‘serie de elementos que pertenecen a una misma clase o categoría’.

Así las cosas, hoy, cuando oímos hablar de alta gama o de baja gama no es una hembra del gamo —alta o bajita—, la que está en juego.