Alberto Gómez Font

—¡Cariño! Posiciona el cenicero en su sitio, por favor.
—No fui yo el que lo posicionó aquí… Debió de ser la empleada…

Los hispanohablantes sobrevivieron muchos, muchísimos, años sin el verbo posicionar y su forma pronominal posicionarse, tantos que hubo que esperar hasta 1992 para verlo en el Diccionario, primero con una sola acepción: ‘(intransitivo) Tomar posición’. Más tarde, en la edición del 2014, se añadió una nueva y se modificó la anterior: ‘Poner algo o a alguien en una posición. Posicione sus fichas en el tablero. 2. Tomar una posición respecto de algo o de alguien. Se ha posicionado a favor de la medida. Lo mismo sucedió con el sustantivo posicionamiento: llegó al Diccionario al mismo tiempo que posicionar, y su definición era (y sigue siendo hoy) ‘acción y efecto de posicionar’. Los primeros avisos para desaconsejar el uso de esas voces aparecieron en los manuales de estilo en la década de los años 80 del siglo pasado, y nos advertían de que se trataba de dos neologismos innecesarios, y nos aconsejaban usar actitud, posición,
postura, toma de postura, colocar, situar, etc.
La llegada de posicionar y posicionamiento al Diccionario fue una clara victoria de lo que algunos denominan sesquipedalismo, otros archisilabismo, y otros más polisilabismo, y que consiste en el alargamiento de las palabras cual si estuvieran hechas de chicle. Y el uso de esos palabros no fue meramente puntual, según dirían hoy muchos hablantes que usan esta palabra fuera de cualquier contexto alejado de lo relacionado con la urbanidad y la educación cívica, lo que a muchos nos hace experimentar una sensación de extrañeza, como le ocurrió a quien firma estas líneas cuando, hace ya un montón de años, la vio por primera vez escrita junto al sustantivo asuntos: los asuntos
puntuales. Y es que lo primero que uno se imagina son unos asuntos tan bien educados que llegan a sus citas a la hora prevista.
Estamos, en este caso, ante un galicismo que desplaza al español concreto. En francés se comenzó a utilizar el adjetivo ponctuel como opuesto a general en la década de los 70, si bien en ese momento aún no constaba con ese significado en los diccionarios franceses.
Si a principios del siglo XXI se miraban en el Diccionario los significados de puntual y de concreto se podía comprobar que eran dos palabras sin ninguna relación y cuyos significados no tenían nada que ver. Pero eso dejó de ser cierto —aunque para muchos como yo sigue siéndolo— en el 2014, cuando al buscar puntual en la última edición del Diccionario nos topamos con la sexta acepción: ‘Ocasional, que se produce de manera aislada frente a lo habitual. Acción, carácter, colaboración puntual’. Hoy puede haber, pues, aunque a muchos les pueda resultar horrendo, además de incomprensible, posicionamientos puntuales…

Alberto Gómez Font
Patrono de la Fundación Duques de Soria de Ciencia y Cultura Hispánica
De la Academia Norteamericana de la Lengua Española

Envíanos tus comentarios sobre los artículos comunicacion@fds.es