S.A.R. la Infanta Doña Margarita durante su intervención en la inauguración del curso 2007-2008

Soria, 4 de julio de 2007

Esta Fundación ha pasado ya su decimoctavo aniversario, pero sigue mirando al futuro e interesándose por todo, con la misma intensidad que el primer día, descubriendo continuamente nuevos caminos de los que no se ve el final, nuevas fuentes inagotables de conocimiento, de cultura.

Muchos de ustedes, que nos siguen desde hace años, saben ya que la Fundación y quienes la integramos creemos sinceramente en la importancia de lo que hacemos, sin considerar si están o no de moda las cosas de las que nos ocupamos. Es más, tendemos a distanciarnos de las modas, que por definición son transitorias. En la Fundación creemos, sobre todo y ante todo, en el valor de lo duradero, de la verdad, sabiendo -eso sí- que ésta es múltiple y que adquiere distinta apariencia según el ángulo y el momento desde el que se mira, y según quién la mira. Estamos convencidos de que buscar la verdad es una actitud personal que todos debemos tener y fomentar en los demás, aunque la suya no coincida con la nuestra.

Por eso, en la Fundación creemos en los valores del debate y la tolerancia, y los fomentamos desde la óptica de la ciencia, en su más amplio sentido de búsqueda y cultivo del conocimiento. Las personas y las instituciones nunca somos insustituibles: la historia nos lo enseña. Pero los principios sí que lo son, y no debemos nunca renunciar a ellos ni sacrificarlos, ni siquiera en aras de los fines más loables.

Disculpen ustedes que haya empezado así. Pero cada año acostumbramos en esta misma ocasión a comentar brevemente alguna de las sensaciones que sobre nuestro entorno cultural se perciben en la Fundación. El Duque de Soria y yo, como todos cuantos de un modo u otro la formamos, creemos en la importancia de cultivar y reforzar los valores.

Nuestra Fundación se siente orgullosa de permanecer fiel a sus principios, que suponen cuestionarse el mundo desde la libertad de pensamiento, y buscar respuestas desde el respeto a todas las opiniones, incluso sabiendo que muchas respuestas no están ni pueden estar a nuestro alcance.

En todo caso, aunque la trayectoria de la Fundación busca ser fiel a sí misma, evoluciona, dentro del mundo de la cultura, como todo lo que está vivo, y por eso quizá hayan notado ustedes que de manera gradual vamos poniendo mayor énfasis en las actividades permanentes, especialmente en las que, como Soria Románica, tienen componentes claros de desarrollo local. Pero lo hacemos sin dejar de lado los encuentros periódicos entre científicos, humanistas, investigadores y especialistas -nuestros ya tradicionales seminarios- que están ampliamente acreditados en el mundo de la Academia y la Universidad.

En este contexto no puedo dejar de hacer referencia agradecida al esfuerzo creciente de los equipos de trabajo de la Fundación, tan eficaces y tan cuidadosos que día tras día hacen parecer fáciles cosas difíciles.

Nuestro principal patrocinador sigue siendo Caja Duero, a quien desde aquí reafirmamos nuestra permanente gratitud; así como a la Junta de Castilla y León, que está reforzando su confianza en nuestra capacidad de gestión al encomendarnos el proyecto de Soria Románica. Pero, desde el profundo reconocimiento a quienes aportan a la Fundación esos indispensables recursos económicos, hay que decir que de cara al futuro habrá que contar con la solidaridad patrocinadora de más personas e instituciones que valoren esta labor, o ajustar el ritmo de ejecución de nuestros proyectos, siempre desde la convicción de que es preferible hacer menos cosas bien, que más cosas mal.

Gracias muy especiales debemos dar al elenco excepcional de consejeros y patronos que nos permite alcanzar el alto nivel académico y científico al que siempre aspiramos. Y aún más, a quienes de entre ellos llevan con tanto acierto el timón de la Fundación desde nuestra Comisión Permanente, bajo la excelente presidencia del Conde de Guadalhorce.

El Doctor Don Carlos Belmonte, a quien vamos a tener ocasión de escuchar a continuación, es uno de los miembros de la Comisión, y un ejemplo claro de lo mucho que puede aportar el esfuerzo generoso de personas de su valía a las Instituciones a las que respaldan y, a través de ellas, al conjunto de la sociedad.

La lección inaugural del Doctor Belmonte, neurocientífico de sólido y creciente prestigio internacional, va a versar sobre “El cerebro. Un enigma científico, un desafío social”. Sus investigaciones nos ayudan a saber más de nuestro cerebro, a conocernos mejor. Y el mejor conocimiento de uno mismo es esencial para avanzar en la dirección de nuestro perfeccionamiento, siguiendo ese misterioso impulso que a todos nos guía.

No quiero terminar sin referirme a Antonio Machado, cuyo año estamos celebrando, y quiero hacerlo con una propuesta concreta de mi esposo el Duque de Soria y mía. Porque, como sorianos de corazón que somos, comprendemos muy bien que Antonio Machado, al margen de dónde nació, sintiera y repitiera que su corazón era soriano. Quienes visitan hoy la tumba del poeta en la bellísima Collioure debieran poder leer allí una placa dedicada por los sorianos, no por ninguna institución concreta, con ese verso de 1913 en el que Antonio Machado dice: “Mi corazón está donde ha nacido, no a la vida, al amor, cerca del Duero…”. Y qué hermoso homenaje sería que esa placa y su colocación se sufragaran por suscripción popular a base de pequeñas cuotas iguales. Mi esposo y yo nos sentiríamos muy honrados de hacer nuestra aportación a esa iniciativa, como dos sorianos más. Si los medios de comunicación, a quienes reiteramos nuestro agradecimiento por difundir tan eficazmente la labor de la Fundación, se hicieran eco de esta propuesta, estamos convencidos de que llegaría a buen fin.

Acabo ya, recordando un vez más que el futuro está en nuestras propias manos, en las de cada uno de nosotros, y que ninguno debemos esperar que nadie venga a resolvérnoslo, ni siquiera a ayudarnos, si antes no tomamos, cada uno en nuestro ámbito y en nuestra medida, la iniciativa. Y no dejemos eso para mañana porque, como dijo Antonio Machado, “Hoy es siempre…. todavía”.