Soria, 3 de julio de 1996

Para mí y para el Duque de Soria la inauguración del Curso de nuestra Fundación tiene un especial significado.

La Fundación nació en 1989, tras un largo proceso de maduración, concebida en parte como una manera de corresponder a la ciudad cuyo nombre nos honramos en compartir, plenamente convencidos, además, de que por sus características especialísimas, por la tranquilidad y belleza de su entorno, por su nivel cultural y por lo acogedor de sus gentes, Soria era una base más que apropiada para acometer desde ella acciones que en el campo de la formación y de la cultura contribuyeran a complementar las otras muchas que ya abordaban las Administraciones, desde esa mayor agilidad y libertad de actuación que generalmente caracteriza a una institución privada.

En este sentido, y desde el comienzo, tuvimos la suerte de contar con el apoyo de las personas y de las instituciones que se integran en nuestro Patronato, que siempre hemos considerado nuestro primer patrimonio, y que tan digna como eficazmente preside Don Rafael Benjumea, Marqués de Valdecañas.

Tras él ha ido formándose un reducido equipo tan activo como entusiasta, sin cuyo concurso no sería posible que la Fundación desarrollara día a día su labor.

A todos ellos queremos expresar públicamente, como todos los años, nuestro agradecimiento más sincero.

El caso es que, con esta base, paso a paso, con seriedad y con prudencia, la Fundación acabó poniendo en marcha en 1992, hace ya cuatro años, el Curso que hoy inauguramos en su quinta edición y que constituye el núcleo central de sus actividades. El Curso agrupa Seminarios que siguen el modelo implantado por nuestro Patrono Sir John Elliott en el 91, y como es bien sabido no es un Curso de verano, sino un Curso de año entero que se inaugura en verano. Estos seminarios pretenden coordinar, actualizar y contrastar los conocimientos de especialistas, fomentando la participación activa de estudiantes y su interés por la investigación, con especial atención a la formación de alumnos de doctorado, tratando de mantener durante tres años consecutivos un mismo ciclo temático en la idea de acabar constituyendo un cuerpo de doctrina.

Inaugurar este Curso cada año es para nosotros la constatación de que lo que empezó siendo una idea ilusionante es hoy una realidad palpable. Y cada año percibimos, con creciente satisfacción, cómo esa realidad se va haciendo cada vez más consistente, cada vez más sólida.

Querría repasar ahora ante ustedes las actividades que ha desarrollado la Fundación en el Curso 95. Pero el número creciente de esas actividades hace más razonable que, para no abusar de su paciencia, me remita a las 132 páginas de la Memoria que la Fundación acaba de publicar.

Me permitirán, sin embargo, que haga algunos comentarios sobre el pasado Curso 95, en el que pasamos de dieciséis a veinticinco seminarios, y en el que vale la pena recordar que los extendimos a Valladolid, los potenciamos en Salamanca y Amberes, y mantuvimos, como siempre, su núcleo central en Soria. Y lo hicimos sin perder de vista la calidad, que la creciente experiencia de la Fundación ha permitido incluso seguir aumentando.

En 1995, es triste tener que mencionarlo, nuestro Patronato sufrió la pérdida de Julio Caro Baroja, miembro fundador de esta institución, y cuyo criterio tuvimos siempre muy en cuenta. También en el 95 perdimos a Francisco Grande Covián, que con tanto entusiasmo colaboró con la Fundación. A ambos, nuestro más cariñoso y entrañable recuerdo. Se ha incorporado en cambio a nuestro Patronato Mario Vargas Llosa, lo que es sin duda motivo de satisfacción.

Con respecto al año 96, ya el Presidente de la Fundación ha repasado para ustedes la parte del Curso que va a tener lugar este mes en Soria. Y del resto, como principal novedad destacaré la inauguración en Lisboa, durante el otoño, de las actividades de la Cátedra que lleva el nombre de mi Padre, mediante un Encuentro Luso Español de Arquitectura copresidido por Álvaro Siza y Rafael Moneo; y el inicio, durante el mes de diciembre, de un nuevo Seminario de Filosofía en Trujillo.

Y para terminar, me parecería apropiado recordar ahora con ustedes algunos de los principios que inspiran la acción de la Fundación:

*La Fundación entiende que cumple su función social desarrollando iniciativas no abordadas por otras instituciones, con espíritu de servicio a la sociedad entendido como la pretensión de servir, de ser útiles a los intereses generales. A veces no podemos desarrollarlas en toda su dimensión, pero las acometemos con la esperanza de que otras instancias con más medios o capacidad continúen lo que nosotros iniciamos o apuntamos.

*El principal objetivo de la Fundación es colaborar con la Universidad y con el Hispanismo internacional en el estudio y difusión de la cultura española en sentido amplio, con especial referencia a la lengua, mediante la organización de actividades académicas complementarias de las universitarias. La Fundación tiene como norma dar cabida en sus programas, sin exclusiones, a personas acreditadas en el mundo universitario y académico, dejando patente que la cultura no se reduce a las humanidades y a las artes sino que abarca todas las areas del saber. La Fundación extiende además la repercusión de sus actividades desde el ámbito estrictamente académico al ámbito general, con sesiones abiertas a un público no especializado. Un ejemplo: sólo en los próximos 25 días la Fundación organiza en Soria 19 actos públicos a cargo de 37 conferenciantes.

*Desde la Fundación defendemos que la cultura española no se agota en nuestra Lengua, pero somos conscientes de que por su implantación internacional y por el creciente número de personas que la estudian y conocen, es el vehículo fundamental de nuestra cultura, como valiosísima herramienta de comunicación que constituye tal vez el más claro e importante activo con que cuentan los pueblos de habla española en el concierto de las naciones.

*En la Fundación creemos que prepararse para el futuro exige conocer el pasado, y en la importancia y en el interés de buscar en el pasado y en el presente puntos de encuentro, porque, como señaló Su Majestad el Rey dirigiéndose a la Fundación, no concebimos la cultura por la que trabajamos sino como una parte de la cultura universal y como un modo de contribuir al entendimiento entre los pueblos, poniendo el acento en todo aquello que nos permita aproximarnos a otras culturas de nuestro entorno.

*En el ánimo de la Fundación está contribuir a hacer de Soria un foco de cultura con la fuerza y el prestigio necesarios para exportar desde esta tierra, con el nombre de Soria, iniciativas culturales de primer orden. Queremos que nuestra Sede llegue a ser punto de referencia de ésta acción cultural, como base española de la Asociación Internacional de Hispanistas, desde la que antes de empezar a funcionar ya han salido hacia los cinco continentes los dos primeros números del Boletín de esa Asociación.

Y termino ya, pero no sin antes agradecer a sus máximos responsables, aquí presentes, la ayuda recibida para nuestra Sede por parte del Ministerio de Educación y Cultura, de la Junta de Castilla y León, de la Universidad de Valladolid, del Ayuntamiento de Soria, y muy especialmente de la Diputación de Soria, que nos cedió generosamente el histórico edificio que nos acoge y que nos permitirá colaborar aun más estrechamente con la Universidad de Valladolid y con la Asociación Internacional de Hispanistas.

Queremos también dar las gracias: A todos los profesores que intervienen en las actividades de la Fundación, porque sus dotes científicas y académicas son el primer factor de nuestro éxito, y a los hispanistas en particular, por sus estudios y por su dedicación al español y a lo español; a las Universidades de Valladolid y de Salamanca, por el valiosísimo apoyo académico que nos prestan; a los medios de comunicación, por la acogida y difusión que dan a nuestras actividades, particularmente en Castilla y León; a la ciudad de Soria y a sus habitantes, por la hospitalidad con que año tras año acogen el núcleo principal de nuestros Seminarios; y a todas aquellas instituciones que con su apoyo material hacen posibles nuestras actividades. Es de justicia destacar entre ellas a la Caja de Ahorros de Salamanca y Soria, cuyos máximos responsables también nos acompañan hoy: la generosidad de la Caja hacia esta Fundación confirma año tras año la feliz coincidencia entre ambas instituciones en la búsqueda del interés general.

Quiero finalmente desear a todos cuantos participen en las actividades de nuestro Curso 96 que obtengan de esa participación el mayor provecho para su formación, en la seguridad de que, si así lo logran, la Fundación Duques de Soria habrá alcanzado su objetivo.