Imagen © Casa de S.M. el Rey

Señor, muchas gracias por haber hecho Vuestra la preocupación de dar reconocimiento público a una labor extraordinaria que para muchos pasa desapercibida: la de los hispanistas que proceden de ámbitos no hispanohablantes.

Este acto de homenaje que Vuestra Majestad y los embajadores hispanoamericanos dedicáis a los hispanistas no hispanos es una muestra de sensibilidad hacia el mérito excepcional de estos hispanistas, que no se reconoce suficientemente.

Nuestra admiración por este numeroso colectivo de enamorados del mundo hispánico es casi inseparable de nuestro amor por Soria. Me explico. Nacida en Roma y criada en Portugal, desde fuera todo lo español tenía para mí una atracción irresistible. Mi esposo nació en Andalucía, tierra bien diferente de Castilla, y desde allí todo lo castellano tiene un aura casi mágica. Así que cuando conocimos Soria siendo novios, nos enamoramos de ella. Carlos de sus paisajes y de sus monumentos. Yo de los olores del campo seco y de la tierra húmeda, de los rumores del viento en las hojas de los árboles y del agua en sus ríos y arroyos. A ambos nos cautivó la hospitalidad de su gente, su gastronomía y la poesía invadiéndolo todo.

Así que cuando Su Majestad el Rey Don Juan Carlos, mi hermano, me honró con el Ducado de Soria, mi esposo y yo nos pusimos a la tarea de devolver a esa tierra una parte de lo mucho que recibimos de ella. Cuando tuvimos la suerte de disfrutar de la amistad inteligente de hispanistas como John Elliott, Jonathan Brown o Jean Vilar (ya fallecido), descubrimos que ellos sentían por lo hispánico algo parecido a lo que nosotros sentimos por Soria. Y así creamos nuestra Fundación -con ellos tres como cofundadores- para dar a conocer Soria como tierra de cultura, donde los valores hispánicos universales se sienten a flor de piel. Pero también para ayudar a reducir la deuda colectiva de quienes formamos la gran familia hispana hacia esos no hispanos enamorados de nuestro patrimonio cultural. Enseguida entramos en contacto con la Asociación Internacional de Hispanistas, y cuando la relación se hizo más estrecha nos hicieron el honor de crear para nosotros la categoría de Socios de Honor, que ostentamos con orgullo.

En nuestro Patronato los hispanistas han estado espléndidamente acompañados de personalidades del mayor nivel en distintas áreas, presididos desde el primer día por Rafael Benjumea, con tanta eficacia como generosidad.

Nuestra Fundación, desde hace cinco años, comparte sede en Soria con la Asociación Internacional de Hispanistas y con el Centro Internacional Antonio Machado, y desde allí está en disposición de poner su experiencia al servicio de proyectos de apoyo al hispanismo internacional que respeten e impulsen la independencia intelectual que está en la esencia de cada hispanista.

Ante esta audiencia, y en el marco de este homenaje, renovamos el compromiso de nuestra Fundación de ser vehículo de servicio al hispanismo internacional y a cuantos se interesan por conocer la cultura hispánica o profundizar en ella.

El Duque de Soria y yo confiamos en que este acto sea el punto de inflexión que inicie una nueva etapa para el hispanismo internacional, como colectivo espontáneo que reciba desde ahora el reconocimiento de quienes formamos el mundo hispánico, y que desde ese reconocimiento goce del apoyo de quienes perciben en su existencia una oportunidad para mejorar la posición de la comunidad hispánica en el mundo.

Otra vez, muchas gracias, Majestad.